miércoles, 20 de febrero de 2008


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jueves, 19 de julio de 2007

Chapter 10: La trama

- Pues espero que tu fidelidad resista en los momentos difíciles, porque el panorama es el siguiente - la tensión en el ambiente era palpable, pero parecía que Don Eberth estaba acostumbrado a este tipo de situaciones - : estamos montando un negocio en España y queremos que seas nuestro hombre de confianza. Quizás pienses que es demasiado precipitado teniendo en cuenta que nos acabamos de conocer, pero cambiarás de opinión cuando te diga que tu encuentro con... mi hija, no ha sido fruto de la casualidad, ni por supuesto ella es tan inocente como parece. Cuando luchas contra unos enemigos como los nuestros no vale la improvisación, todo tiene que estar calculado hasta el más mínimo detalle.

Supongo que ya se esperaba mi cara de estupefacción, porque no se inmutó a pesar de que estuve unos minutos con la boca abierta hasta que conseguí reaccionar.

- Un negocio....? Y pretendes que yo...? Lo de Carol no fue casualidad?

Me dejó balbucear un rato e hizo como si no se diese cuenta que le había tuteado, y a continuación me empezó a explicar paso a paso de qué iba toda la historia.

Volvió a hablar de la situación actual de Nicaragua, de cómo la alianza entre Alemán y Ortega tenía un trasfondo económico más que político (como siempre), y cómo detrás de todo ello estaba, también como siempre, la corrupción y el narcotráfico. Eran muchos los políticos nicaragüenses que habían vendido su alma al diablo (en este caso, a los narcos), y les debían tantos favores que estos últimos campaban a sus anchas por el país y por toda Centroamérica en general. El caso era que se había creado una organización clandestina para acabar con esta narcocracia, y por supuesto Don Eberth y James eran la punta de lanza de esta revolución. Después de varios estudios habían llegado a la conclusión de que el mayor problema de las drogas, sobre todo la cocacaína, era su carácter ilegal, ya que morían muchísimas más personas por el tráfico, la corrupción y la mala calidad que por una sobredosis. Además, los que morían por sobredosis estaban en Europa y en los Estados, y a Don Eberth esa gente le importaba bien poco. Él quería salvar a su pueblo. Vamos, que su idea no era otra que legalizar las drogas, y para ello ya había encontrado unos socios (socias, en este caso) nada más y nada menos que en España. En Barcelona.

Todo esto estaba muy bien, o no, pero yo todavía no entendía el papel que jugaba Carol y cómo podía ser que fuese ella quien me hubiese encontrado a mí y no al revés, como yo creía hasta hace un momento. Don Eberth me explicó entonces que Carolina no era en realidad su hija, era la hija de un gran amigo suyo que había sido secuestrado y asesinado por los narcos. A ella le habían quedado dos herencias familiares: unas gran fortuna en forma de propiedades inmobiliarias y una sed de venganza fuera de lo habitual. Me contó que llevaba unas semanas en el aeropuerto esperando a la persona adecuada para involucrarla en el proyecto, que se había fijado en mí, se había fiado al mirarme a los ojos, se había subido al mismo autobús que yo y había confiado en que me sentaría a su lado. Y la verdad es que le salió bien.

- Me gustaría subir a hablar con ella...

- Ahora mismo podrás ir - contestó Don Eberth -, pero antes debes tomar una decisión:


a) Mañana mismo te subes a un barco que se dirige a Barcelona.
b) Te quedas aquí en la base de operaciones de Granada como mi ayudante personal.
c) Te olvidas de todo y sigues con tu vida.


NOTA: El lector experto se habrá percatado del paralelismo con Matrix y la escena de la pastilla roja / pastilla azul. Pero ésta mola más, claro.