jueves, 17 de mayo de 2007

Chapter 8: El Americano

- ... la transferencia... - Don Eberth se detuvo en seco cuando vio que aparecíamos por la puerta.
Al entrar en el comedor me sorprendió ver al padre de Carol conversando animadamente con un señor que tenía más pinta de gringo americano que de oriundo del lugar. También me llamó la atención que no estuviese su madre, quien según me explicaron luego se había retirado a su dormitorio porque no se encontraba bien.

- Ya está aquí la parejita! - Carol le lanzó una mirada amenazadora y juguetona (o eso creo yo), pero a su padre no pareció importarle demasiado - Supongo que os quedás a dormir, no...?
- Ernesto.
- Bonito, nombre sí señor, espero que seás digno de llevarlo - supongo que él estaba pensando en Ernesto "Che" Guevara, aunque yo no sé por qué me acordé en ese momento de Ernesto de Hannover.
- Se hace lo que se puede, Don Eberth.
Carol ya se había acercado al gringo para saludarle, parecía que no era la primera vez que se veían, y su padre me hizo una señal para que yo también me acercara.
- Mira Ernesto, te presento a James, un amigo de los Estados.
- Nice to meet you, Sir - dije dirigiéndome al americano y ofreciéndole mi mano.
- Nice to meet you too, kid, pero podés hablarme en español - hablaba nuestro idioma igual de bien que el suyo, aunque ese acento entre inglés y nicaragüense se me hacía divertido -, pues ya hace años que me muevo por estas tierras.
- ¿Quieren ustedes cenar con nosotros entonces? - preguntó su padre.
- Será un placer, por su puesto - la mirada fulminante de Carol llegó demasiado tarde, entonces ya vi que James no era santo de su devoción.
- Pues siéntense, vamos, antes de que se enfríe. Bueno, cuéntanos algo: de dónde vienes, a qué te dedicas...
- Papá, no le hagás un interrogatorio que el pobre se va a asustar.
- Déjale niña, que responda las preguntas de tu padre, así podremos comprobar si te merece - me hizo gracia que Don Eberth me preguntase algo y respondieran antes los otros dos comensales que yo. Además a Carol, cuyo instinto protector hacia mí me había conmovido, no le había hecho ni pizca de gracia el comentario del invitado del norte.
Estuvimos buena parte de la cena hablando de mi vida y de mi familia, a continuación pasamos a España y los estereotipos de los españoles y finalmente a las contadas virtudes y múltiples defectos de Zapatero y otros "ilustres" de la política nacional.
Carol, que no había participado mucho en la conversación salvo cuando me tocaba hablar de mi familia y mi trabajo de consultor, dijo a la vez que intentaba disimular un bostezo sin conseguirlo:
- Yo empiezo a estar bastante cansada, creo que voy a subir a la habitación.
- Y tú, Ernesto, ¿le digo a la niña que te lleve a tu cuarto o te quedas a tomar una copa con el suegro? - Una copa dice, si para él ya sería la quinta por lo menos... la verdad es que estaban los dos mayores un poco borrachos, y con su pregunta me había puesto entre la espada y la pared:

a) Creo que yo también me iré a la cama.
b) Nunca le digo que no a la última copa.
c) Me parece que es mejor que vaya a buscar algún albergue en la ciudad.

5 comentarios:

Caskete dijo...

esta es muy obvia.

Nunca dices que no a la ultima copa-

houser & houser dijo...

hombre el casero no dice "sube a la cama con la chica ahora mismo"... algo esta cambiando...

Bueno yo estoy con él, unos copazos y que salten las verdades

Zaida dijo...

Estoy con los dos anteriores. Nunca le digo no a la última copa.

Anónimo dijo...

Por qué tomarte una sola copa, cuando pueden caer tres o cuatro?
Y Don Eberth ya es el suegro? Si que van rapidas las cosas!

Caskete dijo...

no lo he dicho pq no estaba...

Espero que después de los copazos le des su merecido a la nicaragüense