Después de cambiar unos cuantos de mis euros por córdobas he ido a buscar un taxi, y allí he tenido el primer choque con la realidad nicaragüense. Resulta que aquí el tema de los taxímetros no lo tocan mucho, así que me ha tocado regatear el precio del trayecto antes de que el coche se pusiese en marcha. He acabado aceptando 250 córdobas, que si no voy equivocado son unos 10 euros, y le he dicho que me lleve a la central de autobuses, y allí hemos llegado después de 40 minutos de rally al estilo Carlos Sainz sasar derecha se abre.
Ha resultado que la mayoría de autobuses salen del mercado de la ciudad, al norte de Managua, así que me he dado una vuelta por las tiendecillas antes de emprender el viaje hacia mi próximo destino. Las cosas son realmente más baratas que en España, pero tampoco tanto más, así que mejor miro con cuidado cada euro (o córdoba) que me gasto... Había unas hamacas muy guapas y he estado a punto de comprarme una, pero mejor lo dejo para cuando esté instalado y sepa dónde voy a dormir.
Las líneas de autobuses más importantes van hacia el norte (León y compañía), hacia el este (la parte atlántica del país, con población negra, idioma inglés y mucho reggae) y hacia el sur (Rivas y San Juan del Sur). Esta última pasa por Granada, y he decidido que es allí adonde me dirijo. Un vestigio de los tiempos en los que los españoles recorríamos el mundo con la cruz y la espada, con una arquitectura preciosa y mucha gente que busca evadirse durante unos días del bullicio del mundo. O al menos eso me han contado.
Ahora mismo estoy sentado en el autobús escribiendo este diario, y a mi lado tengo a unos ojos verdes a una mujer pegados. Son los ojos más bonitos que he visto nunca, y de hecho llevo rato mirándolos por el reflejo de la ventana. La chica, o la mujer, pues no podría precisar si tiene 15 o 30 años, lleva dos bolsas con ropa y calzado que debe haber comprado en el mercado. Su vestido holgado hace adivinar unas curvas que ya le gustarían a Scarlett Johanson, y tiene un color menos tostado que la mayoría del resto de los viajeros. Tengo ganas de decirle algo, pero no sé por dónde empezar.
- Perdona, ¿te puedo hacer una pregunta?, es que acabo de llegar al país...
a) ¿Cómo lleváis la vuelta de Ortega al poder?
b) ¿Tú también vas a Granada?
c) ¿Aquí los españoles caemos mal?
jueves, 12 de abril de 2007
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5 comentarios:
Sin duda ¿aquí los españoles caemos mal?
Por dos motivos:
1- Porque me gustaría conocer la respuesta
2- porque de las tres frases q propones me parece la más molona, la que más oportunidades te puede dar de llevarte a la señorita nicaragüense al huerto, que al fin y al cabo es para lo que estamos aqui
Un abrazo
No sabía que Ortega Cano fuera nicaragüense, cuantas cosas se aprenden aquí, como mola esta web!!
Para evitar conflictos diplomáticos, yo elijo la b.
Mi opción elegida tb es la b. Lo de los españoles caemos mal me parece muy brusco para empezar una conversación.
la C siempre lleva humor, cortesía por parte del interlocutor y buen rollo final. A no ser que alguno de los dos sea un borde
la C!!
A mi un día me dijeron que nunca se debe hablar ni de política ni de religión con desconocidos, ya que no sabes si les vas a ofender. Por lo tanto, creo que mejor le preguntas si también va a Granada.
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